domingo, 23 de febrero de 2014

S.O.S.

Siempre ha sido una cuestión de perspectivas.  Quizás la mía tenga sus distorsiones, tal como Descartes me lo mostró en mi adolescencia. Recuerdo la impresión que me produjo advertir que nuestros sentidos pueden engañarnos: "cogito ergo sum"
Mis sentidos se rebelan ante los precios que cambian día a día. Me enervo ante el relato de un pariente o amigo que sufre un delito. Me duelen los piquetes de 3 personas.
Pienso en aquellos que sufren lo que yo pero más profundamente. Los que carecen de comida, de los elementos mínimos para sobrevivir. En los que la violencia cotidiana los envuelve mucho más. Los que aún habiendo contribuido con su aporte a la sociedad no tienen respuesta a su reclamo. Y los llaman facistas, terroristas.
Y me revuelve profundamente, me insulta el escuchar los argumentos de los responsables de que esto funciones como debe: la culpa es de otro. O mía si pienso distinto.
Y cuando los reclamos se tornan violentos, aparece entonces  el otro motivo para lo que atormenta: el Golpe.


Y como le sucedió a Descartes, encuentro más dudas que certezas en las explicaciones. Y más todavía al cotejar los resultados.
Evidentemente no se pueden considerar eficaces a gestiones que lleva 10 o 15 años de aplicación y cuyos resultados son cada día una muestra de fracaso. Tendremos que analizar si lo que hasta ahora tomamos como conocimiento verdadero, son realmente merecedores de considerarlos así.
El 6 de octubre de 2012 escribí sobre los rumores de golpe que se mencionaban con relación al acuartelamiento de Gendarmería por una cuestión de sueldos (http://juan-chia.blogspot.com.ar/2012/10/golpean-apago-el-televisor-asi-de-golpe.html). Antes y después de esa fecha escuché hasta el cansancio la palabra golpe, seguida por distintos matices de origen: institucional, de mercado, blando.
Considero que he tenido más que una oportunidad para razonar acerca de la verdad de esta condición. Y llego a la conclusión de que es falsa. La claridad de la vigilia puede resultarme engañosa, pero la reiteración de un engaño será mi culpa si la doy por válida.
Escucho a Nicolás Maduro o a nuestra presidente reiterar conceptos que más que dañar, insultan mi percepción, mi conocimiento.
¿Se puede vivir permanentemente engañado? ¿Puede creer que estos dirigentes, obscenamente enriquecidos me convenzan de que si pienso distinto soy enemigo?
No dudo de mi experiencia. Ya expuse reiteradamente los resultados al análisis como para saber quién me engaña y dónde se encuentra el peligro que verdaderamente me acecha.
Es temprano y la mañana es fresca. Quisiera salir a pedalear por mi barrio, pero escucho las frenadas, las motos y los gritos trasnochados y me acobardo. Si mi ventana diera a la calle seguramente no podría abrirla sin encontrar una reja. ¿Qué parte de todo lo que se me priva no es responsabilidad del estado?


Si esto lo comparo con Venezuela, lo que parece ser nuestro destino por elección del gobierno no la mía, es todavía insignificante.
Creo que es un deber rebelarse contra la ineficacia y el engaño. Debemos exigir que quienes tienen la responsabilidad de garantizar comida, salud, conocimiento y seguridad cumplan su parte.  Insistirán con que todo un segmento social ha mejorado y que entonces, gracias a la gestión actual, tienen acceso a otro nivel de vida. No es cierto.
El nivel de violencia que hay en esos sectores de la población sumado a la ayuda gratuita sin tener que ofrecer una prestación a la sociedad, han producido ya varias generaciones de violentos exigentes. Esto no es un error, es un efecto precisamente calculado y buscado para perpetuar una condición de dependencia. Son dictaduras.
Estas dictaduras necesitan de un coro, de uniformes, de aplausos. De cámaras, de medios que difundan sin distorsiones un discurso reiterado tal como George Orwell los retrató en “1984”.
En el triste caso de Venezuela, no puedo dejar de escuchar las dos versiones de lo que pasa y no dudo en sentir quién es el que engaña y tergiversa.
Recuerdo durante la Guerra de Malvinas, estando en casa de unos amigos con parientes en el extranjero, una comunicación telefónica nos puso al tanto de lo terrible de la situación de nuestro ejército, el mismo del nosotros decíamos “vamos ganado, seguimos ganando.”
Maduro saca a NTN24 (http://www.ntn24.com/envivo) a CNN o a Capriles (http://caprilestv.ning.com/)
Quejarse es ser facista.
Es golpista exigir un mejor futuro.
Leopoldo López es un preso político.
Los estudiantes son presos políticos.
En Venezuela la censura es mucho más intensa que los intentos de Sabatella en nuestro país. Incluso lo intentó con Internet.
Y la represión violenta en Venezuela encuentra el aval de nuestra presidente. No me incluya.
Cuando escucho a Nicolás hablar y destilar odio, me sobrecoge al pensar qué sentirán los que desde las carencias y el sufrimiento lo están escuchando. Manda tanques y paracaidistas adonde se necesita comida.
Realmente la tolerancia al sufrimiento y el aguante ante una situación que día a día se deteriora en Venezuela, es admirable. La reacción ante la mentira y las fuerzas paramilitares es notablemente calma.
Lo que debiera un gobierno responsable es mitigar las condiciones de carencia. Pero sé que es inútil. Nicolás es un error en la historia. Y los errores deben corregirse.
Lo lamentable es que vamos por el mismo camino, sufrimos las mismas carencias y obtenemos los mismos discursos.
Los exiliados. Ese es otro fenómeno que indica el deterioro de la sociedad venezolana. Por supuesto que se van los mejores, los que no encuentran futuro en su país.
Los paramilitares. Grupos armados por el gobierno de Nicolás que sirven doblemente                                             para atemorizar y para que haya una condición violenta que aprovecha el gobierno para acentuar la división.
Aguantar 15 años un sistema que falla es realmente llamativo. Sin embargo está basado en la experiencia cubana: 50 años revolucionando.
Nuestro gobierno quiere aplicar las mismas medidas que le permitan perdurar.
Eso es todo lo que quieren: poder para perdurar.
Poder para dividir.
Nuestro deber es protestar ante esta situación. Esta situación debe cambiar antes de que sea tarde.
Vamos terceros en la fila.

Para la ocasión, quiero recordar un tema compuesto hace un par de años: Golpean, andá a ver.

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