Siempre ha sido una cuestión de perspectivas. Quizás la mía tenga sus distorsiones, tal
como Descartes me lo mostró en mi adolescencia. Recuerdo la impresión que me
produjo advertir que nuestros sentidos pueden engañarnos: "cogito ergo sum"
Mis sentidos se rebelan ante los precios que cambian día a día. Me enervo ante el relato de un pariente o amigo que sufre un delito. Me duelen los piquetes de 3 personas.
Pienso en aquellos que sufren lo que yo pero más profundamente. Los que carecen de comida, de los elementos mínimos para sobrevivir. En los que la violencia cotidiana los envuelve mucho más. Los que aún habiendo contribuido con su aporte a la sociedad no tienen respuesta a su reclamo. Y los llaman facistas, terroristas.
Y me revuelve profundamente, me insulta el escuchar los argumentos de los responsables de que esto funciones como debe: la culpa es de otro. O mía si pienso distinto.
Y cuando los reclamos se tornan violentos, aparece
entonces el otro motivo para lo que
atormenta: el Golpe.
Y como le sucedió a Descartes, encuentro más dudas que
certezas en las explicaciones. Y más todavía al cotejar los resultados.
Evidentemente no se pueden considerar eficaces a gestiones
que lleva 10 o 15 años de aplicación y cuyos resultados son cada día una
muestra de fracaso. Tendremos que analizar si lo que hasta ahora tomamos como
conocimiento verdadero, son realmente merecedores de considerarlos así.
El 6 de octubre de 2012 escribí sobre los rumores de
golpe que se mencionaban con relación al acuartelamiento de Gendarmería por una
cuestión de sueldos (http://juan-chia.blogspot.com.ar/2012/10/golpean-apago-el-televisor-asi-de-golpe.html).
Antes y después de esa fecha escuché hasta el cansancio la palabra golpe,
seguida por distintos matices de origen: institucional, de mercado, blando.

Escucho a Nicolás Maduro o a nuestra presidente reiterar
conceptos que más que dañar, insultan mi percepción, mi conocimiento.
¿Se puede vivir permanentemente engañado? ¿Puede creer
que estos dirigentes, obscenamente enriquecidos me convenzan de que si pienso
distinto soy enemigo?

Es temprano y la mañana es fresca. Quisiera salir a
pedalear por mi barrio, pero escucho las frenadas, las motos y los gritos
trasnochados y me acobardo. Si mi ventana diera a la calle seguramente no
podría abrirla sin encontrar una reja. ¿Qué parte de todo lo que se me priva no
es responsabilidad del estado?
Si esto lo comparo con Venezuela, lo que parece ser
nuestro destino por elección del gobierno no la mía, es todavía insignificante.
Creo que es un deber rebelarse contra la ineficacia y el
engaño. Debemos exigir que quienes tienen la responsabilidad de garantizar
comida, salud, conocimiento y seguridad cumplan su parte. Insistirán con que todo un segmento social ha
mejorado y que entonces, gracias a la gestión actual, tienen acceso a otro
nivel de vida. No es cierto.
El nivel de violencia que hay en esos sectores de la
población sumado a la ayuda gratuita sin tener que ofrecer una prestación a la
sociedad, han producido ya varias generaciones de violentos exigentes. Esto no
es un error, es un efecto precisamente calculado y buscado para perpetuar una
condición de dependencia. Son dictaduras.
Estas dictaduras necesitan de un coro, de uniformes, de
aplausos. De cámaras, de medios que difundan sin distorsiones un discurso
reiterado tal como George Orwell los retrató en “1984”.
En el triste caso de Venezuela, no puedo dejar de
escuchar las dos versiones de lo que pasa y no dudo en sentir quién es el que
engaña y tergiversa.
Recuerdo durante la Guerra de Malvinas, estando en casa
de unos amigos con parientes en el extranjero, una comunicación telefónica nos
puso al tanto de lo terrible de la situación de nuestro ejército, el mismo del
nosotros decíamos “vamos ganado, seguimos ganando.”
Maduro saca a NTN24 (http://www.ntn24.com/envivo)
a CNN o a Capriles (http://caprilestv.ning.com/)
Quejarse es ser facista.
Leopoldo López es un preso político.
En Venezuela la censura es mucho más intensa que los
intentos de Sabatella en nuestro país. Incluso lo intentó con Internet.
Y la represión violenta en Venezuela encuentra el aval de
nuestra presidente. No me incluya.
Cuando escucho a Nicolás hablar y destilar odio, me sobrecoge
al pensar qué sentirán los que desde las carencias y el sufrimiento lo están
escuchando. Manda tanques y paracaidistas adonde se necesita comida.
Realmente la tolerancia al sufrimiento y el aguante ante
una situación que día a día se deteriora en Venezuela, es admirable. La
reacción ante la mentira y las fuerzas paramilitares es notablemente calma.
Lo que debiera un gobierno responsable es mitigar las
condiciones de carencia. Pero sé que es inútil. Nicolás es un error en la
historia. Y los errores deben corregirse.
Lo lamentable es que vamos por el mismo camino, sufrimos
las mismas carencias y obtenemos los mismos discursos.
Los exiliados. Ese es otro fenómeno que indica el
deterioro de la sociedad venezolana. Por supuesto que se van los mejores, los
que no encuentran futuro en su país.
Los paramilitares. Grupos armados por el gobierno de
Nicolás que sirven doblemente para
atemorizar y para que haya una condición violenta que aprovecha el gobierno
para acentuar la división.
Aguantar 15 años un sistema que falla es realmente llamativo.
Sin embargo está basado en la experiencia cubana: 50 años revolucionando.
Nuestro gobierno quiere aplicar las mismas medidas que le
permitan perdurar.
Eso es todo lo que quieren: poder para perdurar.
Poder para dividir.
Nuestro deber es protestar ante esta situación. Esta
situación debe cambiar antes de que sea tarde.
Vamos terceros en la fila.
Para la ocasión, quiero recordar un tema compuesto hace
un par de años: Golpean, andá a ver.
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