lunes, 31 de diciembre de 2012

LOS PEDIDOS

LOS PEDIDOS

La cultura popular tiene una particular forma de interpretar la realidad. No siempre muy sutil, pero invariablemente esclarecedora, cruda y directa, aborda temas cotidianos y generalmente duros, disfrazando a la crueldad con la risa.
Así pude recordar el relato del negro que iba por el desierto, muerto de sed y al borde del desmayo, quien al caer ya para no levantarse, toca un objeto enterrado en la arena. Al descubrirlo, advierte que se trata de una lámpara, tipo Aladino. La frota, no sin esfuerzo y de su extremo surge un genio, que le da la posibilidad de pedir tres deseos. El negro sediento pide: “quiero tener agua para tirar para arriba”. Luego, “¡Quiero ser blanco!” Y por último: “¡Quiero que al verme, todas las mujeres se abran de piernas!”
SHAJÚN!! :
Lo transformó en un bidet.
O ese otro que estaba disconforme con el tamaño de su miembro viril y al enfrentar a un genio, le pide “Quiero tener un pito que me llegue hasta el suelo!!”
Y el genio le cortó las piernas.
En terrenos más ilustrados y menos graciosos, pero igualmente duros, no pude dejar de recordar el cuento de W.W. Jacobs “La Pata del Mono”, obra que originalmente conocí a través de una de las Obras Maestras del Terror de Narciso Ibáñez Menta.
Tres deseos. El primero es por fortuna, la que llega pero a cambio de una desgracia familiar. El segundo trata de corregir los daños del primero y el tercero llega ya cuando las consecuencias del segundo se hacen intolerables. En general, solo queda el primer deseo, los otros se cancelan entre sí, previniendo mayores horrores.
Este cuento motivó un capítulo de Los Simpsons.
El Fausto, también encara el tema de la realización de pedidos.  Considera que no hay manera de realizarlos de forma suficientemente correcta, para evitar que el diablo frustre los pedidos.
Fredy Mercury, de alguna manera abordó el tema en su Bohemian Rhapsody, en el cual un joven que había matado a una persona, vende su alma al diablo. La noche antes de su ejecución llama a Dios (en arábigo: Bismillah) y con ayuda de ángeles, recupera su alma.
Muchas obras tratan el tema: La Garra, en España. Formaba parte de las “Historias para no dormir”.
También, Arnaldo Rascovsky, a quien tuve la suerte de escuchar en charlas que daba los sábados a la mañana en el cine Heraldo, allá por los principios de los 70, analizó el cuento La Pata del Mono, en su libro “El Filicidio”. Consideraba a este cuento, precisamente como una metáfora del filicidio.
Stephen King se inspiró en este cuento para su “Cementerio de Animales”.
Anastasio el Pollo, es el personaje a quien Estanislao del Campo hace narrar a Don Laguna, sus impresiones acerca del “Faust” de Gounod (quien a su vez se basó en el Fausto de Goethe), en el Teatro Colón de Buenos Aires. Es en el poema humorístico “Fausto Criollo”.
El martes 11 de diciembre pasado, tuve que pasar por el quirófano, para corregir algunos detalles relativos a mi Yo interior, por decirlo de alguna manera, situación que invariablemente motivó de mi parte una serie de “pedidos” , por lo que considero que en eso no me diferencio del resto de los mortales.
Este tema de los pedidos, me llevó a reflexionar acerca del alcance y efectividad de los mismos.
El tiempo llevó a convencerme que hay que poner especial cuidado en la formulación de “pedidos”. Algunos de estos, incluso, no llegan a superar la calificación de meros “deseos”, pero la efectividad de los mismos lleva a considerar muy seriamente la formulación del pedido.
Hay quienes intentan reforzar los pedidos, manipulando o portando talismanes (la Pata del Mono sería un talismán, aunque hay debate al respecto).
También es importante analizar a quién se le formula el pedido.
Hemos visto que nuestro acervo cultural, que no parece ser muy sólido, copia manifestaciones de otros lugares, sin preocuparse demasiado por la validez de los preceptos en ellos vertidos. De esa manera nos llegó la cumbia, por ejemplo.
Pero una de las manifestaciones foráneas últimamente advertidas entre nuestros cultores de lo oscuro, aunque no terminen de entenderlo cabalmente, es el de San La Muerte.
En una suerte de pedido de supervivencia, se paga con daños o muerte hacia otras personas.
Invariablemente, los pedidos recorren la amplia gama de los colores humanos.
Y volví a mis pedidos y a mi realidad.
Y de alguna manera me sentí relacionado con Hugo Chávez, quien el mismo día que yo entró a un quirófano. E imaginé que sus pedidos en aquellos momentos, como persona ante un riesgo, no habrán sido muy diferentes a los míos.
También pensé que en otras ocasiones, él habrá imaginado un futuro para sus esfuerzos. Pero no ya como persona, sino como figura trascendente de lo humano, como individuo político objeto de millones de pedidos, destino de muchísimos deseos.
Y habrá hecho otros pedidos, habrá manifestado otros deseos.  Aunque seguramente en sus visiones, él estaría presente en ese futuro.
A minutos del 2013 y sin saber cómo estará su salud, me dio por pensar en la forma que tiene el destino de cumplir los deseos.-